Tenemos que retroceder unas cuantas décadas. Siempre acusados de “conspiranoicos”, demostramos desde diversos ámbitos, y con, yo diría, precisión matemática, la verdad pura y dura, el engaño que subyace en el actual sistema monetario basado en la expropiación progresiva . . . .
de un instrumento de depredación, usura y esclavización de los pueblos a una institución al servicio de la Comunidad.
Imaginé un nuevo banco central y una moneda libre y eufórica, sin limitaciones territoriales, un medio fácil y eficiente de medir el valor, un almacén de valor y una unidad de cuenta, conveniente y simple de usar, para el intercambio sostenible de bienes, servicios y recursos entre Individuos, Familias y Empresas.
Una moneda fiduciaria, de valor convencional, no especulativa, cuyo valor no está determinado ni condicionado por la dinámica de los mercados financieros. Y lo he conseguido.